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Mostrarme un ejemplo
Una labor social
por Sergio Delgado
Lágrimas, reencuentros, alegrías y hasta cibernovios. De todo te puedes encontrar cada tarde en uno de los programas más veteranos de la tele actual, nació en Julio de 2001.
Lo emite Antena 3, la cadena más familiar, que pensó por aquel entonces que no había nada mejor que juntar a la familia a cierta hora de la tarde para que se identificara con los problemas de la gente. Por eso de coger conciencia e intentar solucionar las vísceras de la familia.
La audiencia poco a poco fue cayendo pero pese a ello con la TDT, la multitud de cadenas que hay y la tele tan fragmentada que tenemos es uno de los programas más vistos cada tarde.
Ha sido óbice de muchas críticas, ejemplo muchas veces de telebasura, de aprovecharse del dolor ajeno para hacer televisión. Hay críticos en este país que solo se dedican a eso, a criticar sin ver más allá de su ombligo. El sumun llegó con la muerte de Svetlana en 2007 de la mano del que presuntamente la quería. Hasta el Poder Judicial señaló a “El diario” con una posible "responsabilidad civil por daños en el derecho a la imagen y al honor de las personas" en el caso del asesinato de la joven. Pero salió airoso el programa. Es justo. No había relación causa-efecto.
Cada tarde reúne a un plantel de variopintos personajes de todos los colores, tipos y condiciones. Se llora de alegría y de pena. Son muchos años y algunas historias se notan que están fabricadas y metidas con calzador.
Patricia (Gaztañaga) dejó de escribir su Diario. Aburrida y cansada antepuso el tiempo de dedicación a su familia a seguir abriendo su diario cada día. Ahora lo escribe Sandra. Pero no es su diario, creerán que no tiene suficiente carisma. Se equivocan. Es más tierna, más esplendorosa y más dulce que Patricia. No se le echa de menos.
Nunca he leído una crítica buena para “El diario”. Es fácil echarse encima de algo cuando todos están jadeando lo mismo. Pero yo les apoyo.
Es un programa que cuenta historias humanas, que habla de sentimientos, que da alegrías y también escarmientos a los zanganos y zanganas que hay en este nuestro país.
Porque la tele tiene dos funciones: entretener e informar. Y para informar ya hay otros programas. Sentado en esas sillas, uno puede callar o contar. Nadie le paga. Y encima cumple una labor social: la de la gente que quiere su minuto de gloria y decirle a su pueblo o a su barrio que sale en la tele. En “El diario” es fácil salir. No son muy exigentes.
Hay gente que critica por criticar, como dice esa gurú pelirroja del S.XXI llamada Alaska. Lo más fácil es meterse con el programa. Quizás el problema esté en que les da pudor y vergüenza abrir su alma.
EL PRIMER SANTO GAY
La eterna lucha entre la Iglesia y la comunidad gay ha vuelto a abrir estos días una nueva página en su historia debido a la polémica beatificación del Cardenal de la Iglesia británica, John Henry Newman. Muchos estudiosos hablan sobre la verdadera sexualidad del cardenal mientras la Santa Sede hace oídos sordos a una posible homosexualidad de uno de los precursores del “Movimiento de Oxford”, que intentó acercar posturas entre la iglesia anglicana y la católica romana.
SERGIO DELGADO.- John Henry Newman nació en Londres en 1801 en el seno de una familia anglicana. Para sorpresa de todos fichó por el catolicismo en 1845, y llevó con ello un trasvase de fieles de un lado a otro, revitalizando así una endeble institución que no vivía sus mejores tiempos en el Reino Unido.
En 1991, coincidiendo con el centenario de su muerte, fue declarado venerable. Un primer paso para alcanzar la santidad. Casi dos décadas más tarde, la Iglesia católica está a muy poco de santificarlo pero la polémica sobre su vida privada no ha hecho nada más que empezar para el que podría ser el primer santo gay de la historia. Aunque esto nunca podrá ser confirmado realmente y, mucho menos, declarado.
Ha pasado a la historia por ser uno de los anglicanos reconvertidos al catolicismo que más adeptos fue sumando en la sociedad inglesa. Con su “Movimiento de Oxford” trató de demostrar que la Iglesia de Inglaterra era la descendiente directa de la Iglesia de los Apóstoles. Newman argumentaba que la doctrina de la Iglesia, definida en el Concilio de Trento era totalmente compatible con los Treinta y nueve Artículos del siglo dieciséis de la Iglesia Anglicana.
Debido a sus argumentaciones obtuvo el rechazo de cierto sector del anglicanismo y, consciente de su postura, se pasó firmemente al catolicismo. No estaba solo, con él arrastró a un gran número de seguidores, como la familia del escritor británico J.R.R. Tolkien, entre muchos otros.